Por estos años, en el vecindario, se cacarea acerca del Bicentenario de la Independencia. Poco se habla de la feroz lucha de clases que se libró por estas tierras en aquellos años, de la siempre conciliadora posición de la élite criolla, de la resistencia de los esclavizados, de las luchas que dieron algunos los pueblos originarios y mucho menos de las sucesivas traiciones pos-independencia.
Se privilegian las historias de los caudillos criollos, los manuales de las historias patrias, los pobres reconocimientos de las hoy llamadas ‘minorías’ y su participación en las gestas. La bruma de la historia oculta la realidad: la financiación por parte de Inglaterra de las tropas criollas; la decadencia del Imperio Español y el advenimiento de los Borbones; las luchas del pueblo haitiano y su posterior aislamiento por parte de los nuevos países; la permanencia de la esclavización a los negros después de la Independencia; las luchas entre los caudillos por los territorios; y el nuevo colonialismo que se instauró desde el Imperio Británico y después desde el Imperio del Norte.
En el caso de la Gran Colombia, después de la Independencia se desataron guerras civiles que terminaron con la desarticulación de este territorio, que terminaría a principios de Siglo XX con la Separación de Panamá. Fue entonces cuando la élite colombiana se vio en la necesidad de inventar una ‘nación’: con un solo ejército, una sola moneda, su bandera, su himno y hasta su historia patria, un manual racista y elitista que ganó un concurso estatal, firmado por Henao y Arrubla, que fue el texto de estudio de varias generaciones y que desinformó a izquierdas y derechas.
Pero antes de la Independencia fue igual, la rivalidad entre las provincias de Cartagena y Santa Fe de Bogotá marcó nuestra vida colonial. Bogotá hizo una revuelta por la reforma tributaria de los Borbones el 20 de julio de 1810 con la pueril consigna “Viva el rey, abajo el mal gobierno”; Cartagena declaró independencia absoluta el 11 de noviembre de 1811 tras una insurrección liderada por mulatos y negros libertos desde el Barrio Getsemaní. Después vendría el Sitio a la ciudad, la Reconquista y los levantamientos que diez años después derrotarían a la Corona Española y abrirían un nuevo período de dependencia en estas tierras.
Por ello, como homenaje a los héroes cuyos nombres no están escritos en los libros de historia, ni sus espadas están en manos de las estatuas en las plazas, ni son reivindicados por las nuevas ‘revoluciones criollas’, un fragmento de la canción escrita por Lucho Pérez e interpretada por su Sonora Dinamita, Getsemanicense:
Ay, Barrio de Getsemaní, con sus grandes deportistas
boxeadores, beisbolistas, cantantes y pregoneros,
que lo sepa el mundo entero, que aquí en la Plaza del Pozo
fue que un cubano glorioso dio el grito de Independencia
aquí nació la insurgencia del pueblo cartagenero
para que los chapetones se fueran de nuestro suelo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario